QUINTANA ROO, LA NUEVA NORMALIDAD Y EL FUTURO
“Nueva normalidad”, que en su idioma original es “neue normalität”, comenzó a usarla por primera vez el canciller austríaco Sebastián Kurz el 14 de abril de 2020, cuando ese país llevaba apenas cuatro semanas de confinamiento. “Podemos aplicar el primer paso hacia una nueva normalidad”- dijo. “Habrá tanta libertad como sea posible y tantas restricciones como sean necesarias” y advirtió que: “si los datos evolucionan en la dirección equivocada, echaremos el freno de emergencia”.
Ha pasado un agonizante año desde aquel entonces, tiempo en el que hemos ido descubriendo y aceptando que el coronavirus, así como le ha pegado de forma distinta a cada persona, en términos de su peso, edad y condición física, así de desigual ha sido el impacto en cada país y región, en términos de su densidad de población, sistema económico, de salud y educación.
Sobre la recuperación, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) informó el mes pasado que en marzo se crearon 88,771 puestos formales de trabajo, cifra 23% menor a los registrados en febrero; no obstante, como ya todos lo sabemos, el Estado con mayor pérdida de empleos ha sido Quintana Roo, seguido de la CDMX.
Qué gran reto para las empresas y gobiernos el poder equilibrar la balanza entre la estabilidad económica y las medidas sanitarias para prevenir los contagios. En Quintana Roo hemos regresado a semáforo naranja y así continuará el “estire y afloje” entre lograr la certeza económica y contener el ritmo de contagios, ante una nueva cepa india que amenaza con propagarse por todo el país.
Tal y como lo expresara el propio mandatario austríaco: “[…] nuestras vidas no volverán a la antigua normalidad por mucho tiempo. Tendremos que aprender a vivir en una nueva normalidad, en la que el coronavirus estará entre nosotros por un largo tiempo y en la que deberemos compatibilizar la necesaria protección de nuestra salud con las otras exigencias y necesidades de nuestras vidas”.
No sólo se trata de “salir de esta”, porque los expertos afirman que la amenaza de nuevas pandemias seguirá latente, cumpliendo ciclos, mientras no se atiendan las verdaderas causas que tienen que ver más con nuestra relación con el medio ambiente que con nuestros hábitos sanitarios; esto, nos obliga a tomar decisiones contundentes respecto al Quintana Roo que deseamos en el futuro.
Urgen políticas públicas y programas que nos encaminen “a pasos agigantados” hacia un Quintana Roo con una economía más flexible, más adepta al cambio y a la innovación. Aquí el dilema es: ¿cómo hacerlo? ¿cuál es la ruta? y, lo más importante, ¿con quiénes contamos?