SOFAGATE O CULTURA DEL SEXISMO

Las políticas sexistas no pueden ser calificadas como ‘parte de una cultura’. Deja de ser cultura cuando se excluye, se minimiza y atenta contra la integridad y valor que corresponde a cada ser humano.

Ciria Weyman Pescador.

“Herida y sola, como mujer y como europea” fueron las palabras de la alemana Ursula Von der Leyen, Presidenta de la Comisión Europea, ante su comparecencia en el Parlamento de aquel continente, tras el bochornoso evento diplomático acontecido en Ankara el pasado 6 de abril, en el que Charles Michel presidente del Consejo Europeo, se sentó junto al presidente Turco Recep Tayyip Erdogan, ambos se quedaron tiesos como si de primerizos se tratara en una reunión de primer nivel, y sin la capacidad de usar siquiera el sentido común para dar alguna instrucción y asignarle rápidamente un lugar.

Ambos caballeros de ‘inmaculados’ tratos dejaron en segundo plano a Von der Leyen quien tuvo que salir de cuadro a sentarse en un sofá -esto es el sofagate-  relegando  su presencia en dicho evento tal cual espectador más fuera, pero eso si uno muy distinguido. Cabe destacar que Ursula es la primera mujer en ocupar tan importante cargo y que como ella muchas mujeres a lo largo de la historia y de los países han tenido que luchar a pasos redoblados por obtener algún espacio dentro del espectro de la política mundial, muchas de las veces sacrificando vida familiar y personal con la finalidad de abrir nuevas rutas hacia la igualdad en derechos y el entendimiento entre seres se supone racionales.

Precisamente una de las intenciones de esta reunión fue la de suavizar las relaciones de por sí ya ríspidas entre la Unión Europea y Turquía país que desde 1999 se convirtió en candidato para obtener su admisión dentro de dicha agrupación de naciones la cual se ha visto obstaculizada por el conflicto en Chipre del Norte, la de los Derechos Humanos impartida a la población kurda a nivel interno, incluyendo los derechos de la mujer. En este país las mujeres padecen matrimonios forzados, al menos el 39% han sufrido de violencia física, las solteras o divorciadas tienen un estatus jurídico inferior, y la tasa de empleo femenino es de 24.3% en comparación con el 55% de la europea.

Las políticas sexistas de Erdogan no pueden ser calificadas como ‘parte de una cultura’. Deja de ser cultura cuando se excluye, se minimiza y atenta contra la integridad y valor que corresponde a cada ser humano. El Presidente tendrá que replantearse por su bien reformas a nivel interno si es que hay interés en ingresar a la Unión Europea. Además de resolver la cacería de brujas a disidentes políticos (nada exclusivo únicamente a este país), el referéndum sobre la reforma constitucional que expande los poderes de la oficina presidencial entre otros.

Error de protocolo o no, el desplante es inaceptable en cualquier país, y en cualquier nivel. Lo acontecido solo es el reflejo del largo camino que queda hacia la lucha entre la igualdad de derechos de mujeres y hombres. No podemos hablar de modernidad y de acuerdos futuros si no resolvemos de raíz estos prehistóricos tratos con todo y lo que conlleve las reformas políticas y sociales que en cada nación se tengan que hacer.

Ciria Weyman

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