Vive México una crisis migratoria
Migrantes de Centroamérica y América del Sur fijan su nuevo paraíso en México, ante la incertidumbre legal que implica establecerse en Estados Unidos y al amparo de proyectos humanitarios que despliega la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR).
En Casa Mambré, un alojamiento para solicitantes de asilo, la salvadoreña Roxana Villafuerte comenta que su intención es quedarse, vivir y trabajar, ya que tiene un bebé cuyo padre es mexicano y aguarda esperanzada por los trámites formales que realiza la COMAR.
La Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados recibió en abril nueve mil 189 peticiones de asilo, la cifra mensual más alta de su historia, y espera en este año un total de 90 mil peticiones, lo que superaría los récords de 41 mil 329 en 2020 y de 71 mil 230 en 2019.
Con más de 15 mil casos, Honduras lidera las peticiones. Le siguen migrantes procedentes de diversos países latinoamericanos como Cuba, Haití, Venezuela y El Salvador. En el caso de los salvadoreños, huyen de su nación a causa de la violencia que desatan las pandillas.
La vulnerabilidad los estaciona, el sueño los mueve
Katszuri, una joven trans de Guatemala, inició su trámite hace cuatro meses en la Ciudad de México, después de que le negaron una visa humanitaria por su identidad de género y asegura que en su país ha sido discriminada hasta por su propia familia, en entornos muy hostiles.
Aunque afirma que en todas partes le han cerrado las puertas, aspira a establecerse de manera legal en México. Dice ser estilista y que desea estudiar enfermería, que algunas personas le han ofrecido ayuda a cambio de que se prostituya, pero no es ése el camino para lograr su sueño.
Pese a que el gobierno mexicano ha prometido apoyar a una migración “ordenada, segura y regular”, solamente ha resuelto menos de siete mil casos en los últimos cinco meses, un porcentaje muy bajo, con un ritmo burocrático a paso de tortuga mientras llueven solicitudes.
A su vez, la organización Misión para Migrantes y Refugiados (SMR), a cargo de Casa Mambré, acoge a los adolescentes, los ancianos y las mujeres maltratadas, es decir, a los más vulnerables, víctimas de las malas políticas regionales y del salvajismo más oscuro.