‘ALV’ CON LOS JÓVENES DE CANCÚN

Estamos a menos de una semana de la elección, en la cual elegiremos a 500 diputados federales, 300 de mayoría relativa y 200 de representación proporcional, junto con otros 20,868 cargos locales, repito, estamos a menos de una semana y el éxito de este proceso será en función del nivel de participación ciudadana que logremos alcanzar. 

Como sabemos, las elecciones federales intermedias -como la del próximo domingo-  han sido generalmente las menos participativas, en comparación de las elecciones cuando elegimos al presidente de la república, por eso, el llamado y sentido de urgencia por lograr la mayor participación de votantes en las urnas este 06 de junio.  

Uno de los grupos con el nivel más bajo de participación son las personas que rondan entre los 19 a 34 años, quienes en conjunto representan el 33% de la lista nominal, y equivalen a 29.7 millones de electores. Es decir, los jóvenes abarcan un importante sector del electorado y lo preocupante es que la mayoría de ellos no forman parte activa de nuestra democracia.

En el artículo «La edad de los legisladores en México» de Julio Téllez y Miguel Bárcena, se destaca la impresionante brecha generacional que impera en el actual Congreso de la Unión, por un lado, tenemos a Luz Rosas de 26 años de edad, en comparación con los 88 años de Porfirio Muñoz Ledo.  En el Senado tenemos a Claudia Balderas que nació cuando una de sus compañeras de bancada, Ifigenia Martínez, tenía más de 60 años. La edad media de la actual legislatura es de los 51 años.  Ante esta realidad, resulta pertinente la pregunta de si en México tenemos un Congreso de la Unión joven o viejo, o lo que es más importante, ¿qué nos dicen estas cifras estadísticas respecto a la participación de los jóvenes en la vida política del país? 

Otro dato interesante, es que, en la elección de 2018, participó el 64.7% de los jóvenes con 18 años; los de 19 años participaron el 57.1%; de 20 a 29 el 52%. La tendencia nos dice que los jóvenes llegan con entusiasmo a la edad adulta, pero con el tiempo comienzan a desconfiar de las instituciones y de los partidos políticos.  

¿Cómo podremos evitar la desvinculación de los jóvenes en la democracia? 

La respuesta radica en la participación, necesitamos que los jóvenes se apropien del espacio público, y como adultos podemos fomentarlo desde su formación. ¿Cómo esperar que los jóvenes fortalezcan su liderazgo y crean en las elecciones si en la mayoría de las universidades sofocan sus intenciones de organizarse y liderar causas? ¿Cómo podemos hacerlos partícipes si no apoyamos iniciativas nuevas e “informales”?

La juventud debe tener las herramientas y la capacidad para influir en la toma de decisiones y en las políticas públicas. 

Un claro ejemplo de lo que se está haciendo muy bien en Quintana Roo, es el lanzamiento de la iniciativa «Alzamos la Voz» (ALV), que pone a los jóvenes cancunenses como punta de lanza de prácticas que tenemos que fomentar que se repliquen en todo el estado. Destaco, que la iniciativa ha sido originada de entre ellos mismos, gracias a los jóvenes activistas y líderes sociales que ante el hartazgo y desespero de la poca participación juvenil, establecieron mesas de diálogo y discusión para determinar una agenda ciudadana joven, en la que participaron colectivos en diversas de causas, como el medio ambiente, desarrollo urbano, mujeres, seguridad, inclusión, salud, deporte, y oportunidades. 

En su portal www.alzamoslavoz.com muestran su agenda, exponen a todos los candidatos a la alcaldía de su municipio, para que puedan conocer su plan de gobierno (si lo entregaron), su experiencia, y su compromiso con la transparencia (si cumplieron). 

El ejercicio ha llamado tanto la atención, que han removido la conciencia de otros sectores, organismos como Coparmex o el CCE están siendo un gran aliado en el fortalecimiento de esta iniciativa que seguirá dando frutos. #CANCÚNVOTA es un ejemplo de la masa crítica que se está generando. Los jóvenes de Cancún están dando cátedra de lo que nos toca hacer a todos, ¿Cómo construir ciudadanía si no alzamos la voz?

Juan Carlos Duran

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