EL CANDENTE TIEMPO DE REFLEXIÓN
Cada vez tenemos más elementos para identificar si lo que se nos está diciendo en medios, redes, en la rumorología cotidiana o en el chisme tiene algún valor.
En momentos en donde todos juegan y hay mucho de por medio todo se mueve en función de intereses; los ciudadanos acabamos expuestos y utilizados.
No olvidemos que somos el eje de la elección, tanto en la participación como organización, por lo cual no dejemos de colocar en nuestro radar que con tal de ganar la elección, partidos y gobiernos son capaces de hacer cualquier cosa.
Son días proclives a que se digan muchas cosas y debido a la importancia de la elección, entramos en escenarios en donde todo puede ser posible y factible.
Sin embargo, no es tiempo para creer todo lo que esté surgiendo. Estamos en medio de un proceso en donde todos juegan y todos quieren llevar agua a su molino, son capaces de cualquier cosa con tal de distraer, confundir o buscar la manera de ganar votos.
En el camino también están quienes quieren descarrilar la elección. La violencia política de alguna manera es una manifestación de cómo en un proceso electoral confluyen una infinidad de intereses, los cuales a través de la desestabilización buscan asentarse o desacreditar a sus adversarios, a lo que tenemos que sumar de manera significativa la presencia y acción de la delincuencia organizada.
Los rumores o falsas noticias también juegan en la elección. Son elementos que pretenden distraer, intimidar o confundir al ciudadano. Igual sirven para infundir temores que para tratar de que se vote por un partido u otro, bajo el supuesto de que se mantengan programas sociales, los cuales en caso de derrota se amenaza con su cancelación.
La violencia política se ha convertido en otro de los factores que interviene en el proceso y que cada vez afecta más a los ciudadanos, tendría lógica que en muchos casos en diversas comunidades prevalezca la atención. Las agresiones, secuestros y asesinatos, más allá de lo que provocan, terminan por ser parte de la intención de crear ambientes adversos en el proceso electoral.
Los ciudadanos tenemos que cumplir el domingo con una cita. No es la primera vez en que se habla de la importancia en un proceso, lo hemos vivido en muchas ocasiones.
Como hemos insistido, en esta ocasión las condiciones políticas y sociales tienen matices en comparación con otras veces. La razón está en que el gobierno ha creado nuevos paradigmas, entre confusos y asertivos, que colocan a los ciudadanos en medio de un referéndum que tiene su plena manifestación en lo que decidamos respecto a la conformación del Congreso.
En lo general, las elecciones locales se mueven bajo otra dinámica. El omnipresente Presidente adquiere otra dimensión sin perder de vista que sigue siendo un importante fiel de la balanza.
El INE es en medio de todo esto el factótum. Es el árbitro el cual ha estado metido en diversas controversias que no han ayudado, pero que no le han quitado el peso y la confianza que le otorgan los ciudadanos. Quienes arremeten contra el árbitro no lo hacen de manera casual.
Lo pueden traer en la mira, porque podría ser el elemento de crítica en caso de que la elección no les sea del todo favorable. También es parte de una intención por controlarlo para convertirlo en una dependencia más de gobierno.
El INE deberá ser sujeto de una profunda reestructuración, la cual no puede ser a imagen y semejanza del gobierno. Hay que hacerlo considerando la confianza de los electores en el instituto.
La elección no nos va a destrabar, pero ojalá cree condiciones para una convivencia mínima porque a menudo ya no se puede ni hablar con el vecino.
RESQUICIOS
Las elecciones van a estar rigurosamente vigiladas. Pasan por autoridades, ciudadanos, partidos, medios y redes, observadores nacionales e internacionales. No hay que sobredimensionar las cosas, pero no se deben soslayar las muchas presiones e irregularidades que se dejen venir.
Esta columna se publicó en La Razón el 3 de junio de 2021.
Agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarla en BalamNews.