COLOMBIA AL FILO DE UN AUTO GOLPE
“Cuando el hombre de Estado tiene que usar la fuerza para acallar aquellos reclamos legítimos de quienes le llevaron al poder democráticamente, no solo ha dado por hecho la inexactitud de su política, sino que ha evidenciado su rotundo fracaso como gobierno”
Ciria Weyman Pescador
El pasado 28 de abril, Latinoamérica sufrió uno de los reveses más injustos de los últimos años, cuando el presidente colombiano Iván Duque trató de imponer la llamada ley de Solidaridad Sostenible o reforma fiscal a aquel hermano país. Lo sucedido además de provocar un paro laboral y cuatro días de protestas, dio muestra de la insensibilidad social y poco tacto político de quienes allá gobiernan. El uso de la fuerza militar dejó por lo menos 24 fallecidos y 940 heridos, así lo dio a conocer la Defensoría del Pueblo. Mas importante aún dejó a una nación dolida y con una profunda sed de esperanza.
El acontecimiento provocado por Duque y compañía se suscitó dentro de un contexto mundial poco prudente y parecería hasta improbable. Recordemos que la pandemia no ha dejado bien paradas a las economías internacionales y la colombiana no es la excepción. Durante el 2020 su PIB cayó en un estrepitoso 7% y creció únicamente en un 3% en contraste con el 30% de su sector financiero. Lo que dejó a 9.3 nuevos millones de pobres, es decir, la pobreza monetaria es de un 42,5% en un país en el que el 90% de las empresas son Pymes y solamente el 10% corresponde a globales o nacionales.
Actualmente Colombia presenta un déficit presupuestario de 94,7 billones de pesos (US$25.979 millones), lo que equivale al 8,6% de su PIB. De esa cantidad, 90 billones de pesos fueron desfalcados por actos de corrupción así lo denunció el Fiscal Francisco Barbosa. Con la reforma se buscaba aumentar impuestos para recaudar 6.300 millones de dólares. Es decir, se pretendía que el mismo ciudadano colombiano, pagará por la malversación del dinero público.
Se aumentaría el IVA, de productos como la carne, el huevo, la leche, servicios públicos y funerarios además de privatizar el sistema de salud. En lugar de exentar pensaron en subir impuestos cuando tienen el 3.8% de inflación encima.
Esta demás preguntarse ¿A quién se le ocurrió la brillante idea de que era un buen momento para aumentar los impuestos, siendo Colombia el tercer país con más casos de COVID en Latinoamérica, cuando la mayoría de la mano de obra se realiza en la informalidad de la calle y la clase media tan primordial para sostener la economía de cualquier país ya disminuyó a baja teniendo que laborar arduas jornadas de trabajo para apenas poder llevar algo de sustento a casa?
Tan obvio como el clientelismo político que se practica desde siempre y que exime de impuestos y competencia abierta a oligopolios de materias primas como el plátano, el azúcar, la industria minera y otros productos.
Sin duda, hay veces que los gobiernos propician sus propios golpes de estado. Lo acontecido en Colombia va más allá de una reforma tributaria, deja en cuestión el decadente modelo económico impuesto desde los 70s, una pirámide económica cada vez más deforme y con una clase media para abajo cada vez más delgada y casi extinta. Fórmula insostenible. Ojo a quien descuide este punto.