CHINA E INDIA: LOS COLOSOS DE ASIA
“Un ciclo complejo de transición está impactando al sistema internacional. Fuertes cambios en la geopolítica lo caracterizan, acompañado de más amenazas globales y nuevos riesgos. La gobernanza global está a punto de entrar en una nueva reconfiguración marcada por la geoeconomía y todo parece indicar que la balanza se inclina en Asia”
Ciria Weyman Pescador.
A lo largo de los siglos se han registrado transformaciones profundas, en el siglo 19 el nuevo orden internacional fue establecido por las colonizaciones de Europa, continente que actualmente no ha podido avanzar en su integración, sobre todo luego del Brexit. A partir de la debacle continental la estafeta pasó a manos de Estados Unidos, siendo el siglo XX el de consolidación indiscutible de su hegemonía y ahora con un liderazgo internacional altamente cuestionado.
El acelerado crecimiento de India y China, región que para 2040 se estima tenga una producción del 50 por ciento del PIB mundial y que será responsable del 40 por ciento del consumo global, proyecta decididamente que el siglo XXI será el de Asia, y para Latinoamérica representa además de una gran oportunidad, un mayor esfuerzo comercial para potencializar la relación con esta región altamente complementaria con el comercio exterior. Esto no significa que China no sea un severo desafío de competencia.
No debemos olvidar que México produce cerca del 40 por ciento de las exportaciones de toda América Latina, y tanto China como India son grandes mercados para bienes de capital, intermedios y manufacturas terminadas, tanto que esta última es la sexta economía más grande del mundo por PIB nominal y la tercera por paridad de poder adquisitivo, el país asiático se colocaría por detrás de China y Estados Unidos en aproximadamente una década, superando la economía de Japón y Alemania, de hecho, instituciones como el Bank of America le proyectan un crecimiento del 6 por ciento.
Es innegable la fortaleza de Asia, ha logrado resistir el 70 por ciento de los desastres naturales, crisis financieras importantes como la de 1997, amenazas constantes por Cachemira, India y Pakistán además de las protestas en Hong Kong. Con todo y su fuerza militar, China no ha disparado fuera de sus fronteras en 30 años, por lo que permanece en un estado constante de vigilancia. Y la estabilidad de su política exterior le permite ser el principal socio comercial de más de 120 países. Aunque nunca ha podido competir con el “soft power” americano.
Son destacables sus inversiones en África, mayores que las de Estados Unidos lo que significa un regalo geopolítico para Europa. Aunque es difícil que la potencia norteamericana acepte la hegemonía china sobre Eurasia principalmente por los errores de sus dirigentes frente a Japón y Rusia. Además de las rivalidades energéticas. Recordemos que tanto China como la India están realizando compras de yacimientos en todo el mundo y han incrementado las perforaciones de petróleo y gas.
El dragón asiático avanza fuertemente como receptor e inversor comprando segmentos de compañías clave en el extranjero al mismo tiempo que materias primas. A su vez la nación de Chandragupta presenta una de las tasas de interés más bajas, además de un buen flujo de reserva de divisas, por lo que la madurez de sus finanzas va en crecimiento. Aun con los altos contagios de covid-19 registrados en ambas naciones y posible aumento de los precios del petróleo las proyecciones de la nueva Asia se refuerzan.
Si bien India ha sufrido un impacto sanitario y económico mucho mayor, impulsa nuevas tecnologías y la tasa de crecimiento es constante, además de que su consumo es complemento para la industria China y el qué tanta oportunidad o desafío de la llamada Chindia dependerá en gran medida de la capacidad de los gobiernos de la región para crear un entorno que fortalezca la productividad y competitividad.