IXCHEL; DIOSA DE LA LUNA COMO SÍMBOLO DADORA DE VIDA Y DE MUERTE
La magia de los ciclos de la Luna siempre ha intrigado a la humanidad ya que, invariablemente, nos vemos reflejados en nuestros propios procesos de nacimiento, transformación, muerte y renacimiento.
Cada 28 días aproximadamente, la Luna Nueva forma una conjunción con el Sol que podemos observar en el cielo a través de las 8 fases por las que transita cada mes: Luna Nueva, Primer Cuarto Creciente, Gibosa, Luna Llena, Diseminadora, Tercer Cuarto Menguante y Balsámica.
Tanto el Sol como la Luna son luminarias poderosas que juntas representan los niveles alquímicos evolutivos conocidos como el ciclo de las luminarias o las fases evolutivas de la Luna. En el pensamiento lunar no puede haber parte sin el todo. A través de las fases lunares, la luna conecta y ofrece una visión del universo coherente.
Durante el período Neolítico tenemos los primeros calendarios lunares, no solares. Ya que los ciclos de la Luna son más fáciles de observar que los del Sol. Debido a estos ciclos lunares, fue considerada la Gran Diosa de la Vida y de la Muerte y se decía que la función de la Luna era representar al país de los Dioses y el lugar donde las almas de los muertos descansan. Esta luminaria siempre nos va a hacer conscientes de nuestra mortandad. La vida y la muerte no eran vistas como opuestas, sino como parte de un ritmo infinito.
Los ciclos de la Luna no son únicamente un fenómeno natural que tienen una influencia psicológica en la mente del humano, los animales como los lobos, también le cantan a la Luna. La magia de la Luna es singular, todo se transforma, la agricultura, las mareas, los ciclos de la mujer y la mayoría de los partos van a estar influenciados por estos ciclos. Esta dueña y señora del mar, según Agripa, es también la madre de todos los humores.
La Diosa Ixchel, de la Luna para la cultura maya está íntimamente conectada con el agua, el mar, las fuentes, los cenotes; ella contiene el agua de la lluvia y esta es la razón por la cual la mujer tiene una íntima relación con la luna y el agua de la vida.
La mujer en todas las culturas siempre va a representar tres momentos importantes en su vida. Los mayas representaban a Ixchel de tres formas:
Mujer joven: símbolo de la Luna Creciente (acompañada de una liebre) lista para ser impregnada.
Mujer madura: representada dando a luz, símbolo de la fertilidad y maternidad.
Mujer adulta: como la Luna menguante, vertiendo un jarrón lleno de agua sobre la tierra con una serpiente sobre su cabeza como símbolo de sabiduría que se eleva gracias a la energía de la tierra. La serpiente como símbolo de la fluidez del agua y su lengua bífida, el fuego.
Esta diosa de belleza inigualable conquistó el corazón de muchos, incluyendo a Itzamná, el gran sacerdote maya de Bacalar, pero un día un príncipe de otra ciudad llegó y también quedó atrapado por la belleza de Ixchel. Su hermana Ixtab instó a estos dos pretendientes a enfrentarse uno con el otro. El día de la gran pelea, el príncipe extranjero hizo trampa, quien, al primer descuido hirió a Itzamná por la espalda, hiriendolo de muerte. Ixchel, devastada por la pérdida de su amado, decide acabar con su vida y encomendarle su alma. Por su parte, Ixtab llena de dolor y culpa por haber impulsado este desafortunado enfrentamiento maldice al príncipe con el anonimato, por lo que nunca más se volvió a escuchar su nombre. Ixtab tomando el alma encomendada de su hermana se convierte en la Diosa del suicidio.
El espíritu de Itzamná se convirtió en el Dios del Sol y el espíritu de Ixchel la diosa de la Luna. Ambos contrajeron matrimonio celestial e Itzamná cubrió el cielo con un número infinito de estrellas como prueba de su eterno amor a Ixchel. Las estrellas representan las doncellas que murieron a una temprana edad y se elevaron para iluminar a través de toda la eternidad.
Esta diosa tiene varios centros de veneración debido a su importancia como diosa de la sabiduría, del amor, de la sexualidad, de la fertilidad, del agua y de la medicina.
Desde siempre la cultura mexicana ha tenido una fuerte creencia relacionada con la vida y la muerte, por lo que la muerte no es tan negativa como para muchas otras culturas.
La Luna es la imagen del eterno nacimiento y muerte como de la creación y la destrucción, por la que la muerte del individuo o de una cultura es temporal, ya que va seguida por un renacimiento.