CONFLICTO MAGREBÍ PONE EN JAQUE A ESPAÑA

“Una de las claves de la política exterior marroquí ha sido la idea de la gran Marruecos justificando el derecho a su expansión territorial en su legitimidad histórica cuyo exponente máximo ha sido la marcha verde y la ocupación del Sahara Occidental”

Hace algunos días, en cuestión de pocas horas una crisis humanitaria sobrepasó la capacidad de reacción de España y también los cálculos políticos de Rabat. Alrededor de 8000 migrantes africanos entre ellos muchos menores provenientes de Marruecos y África Subsahariana llegaron a la ciudad de Ceuta; lo que generó gran tensión diplomática entre estos países. Muchas son las causas que empujan la migración forzada además de la odisea económica y falta de oportunidades que dejó la pandemia, el alto nivel de pobreza, los conflictos armados y algún evento ambiental.

Sin embargo, España llevó a cabo “la devolución en caliente” acto controvertido que fue establecido en 2020 por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y supone la expulsión inmediata de migrantes y solicitantes de refugio por parte de las fuerzas armadas, esto sin aplicar ningún tipo de protección a las personas, contrariamente a lo establecido en los convenios internacionales y a la propia legislación española. Este mecanismo de control migratorio busca empujar además las fronteras hacia afuera de los territorios respectivos. 

Pero parece que el asunto tiene un trasfondo más allá de la migración; y la protección por parte de España a Brahim Gali líder del Frente Polisario y presidente de la República Árabe Saharaui Democrática; produjo en el rey Mohammed IV de Marruecos una provocación declarada que tiene que ver más con deslealtad y con disputas territoriales respecto al Sahara Occidental que por más de 90 años fue colonia española. Recordemos que en su momento España le cedió el control a Marruecos sin contar aún con la existencia del Frente Polisario; régimen autónomo en Marruecos.

El papel de Estados Unidos es determinante, ya que, a partir de los acuerdos de paz suscitados en la región magrebí, este redacta las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU sobre el conflicto aún latente. Además del decreto de la soberanía de Marruecos sobre el Sahara Occidental que la administración Trump reconoció a cambio de que el país africano normalizara sus relaciones diplomáticas con Israel. Paradójicamente este apoyaba a Palestina, pero ante las continuas crisis en Europa, el país alauí respondió al guiño americano. 

Sin lograr el respaldo internacional, la diplomacia marroquí teme un cambio de rumbo en Washington, ante la decisión de Trump, que está propagando tensiones con Argelia, Alemania y ahora España. Pero la quietud y falta de apoyo público de Biden ha levantado el ánimo de Marruecos y el nivel de hostigamiento desató la mayor crisis migratoria en la región dejando claro que Europa debe asumir como inviable un referéndum de autodeterminación del pueblo saharaui.

Actualmente, hay una serie de inconsistencias entre el reino de alauí y el español. Lo ocurrido en Ceuta es muestra de la diplomacia del juego duro marroquí, dando justo en el punto débil de Europa; la inmigración ilegal. Esto puede resultar contraproducente, es un perder-perder, puede que Estados Unidos deje de considerarlo como un posible aliado en la región y vea con desconfianza el que premeditadamente envíe de forma masiva y sin importar el riesgo, a migrantes en la región.

Ciria Weyman

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