PERÚ LE APUESTA A CASTILLO

Parece que el 2021 es el año de la reconfiguración política en América Latina, durante el cual 9 países pasarán por procesos electorales pudiendo ser esta una oportunidad de mejores prácticas en la región. Más allá de representar tan solo un simple cambio de estafeta ideológica, una aventura política más que emociona al electorado, pero sin llevar a cabo reformas de base y de fondo.

Primero fue en Ecuador, donde se eligió fórmula presidencial; luego El Salvador, con la renovación de diputaciones y consejos municipales; en Bolivia, acudieron a las urnas para elegir gubernaturas, asambleístas locales y nacionales; Chile, elegirá Constituyente, gubernaturas, alcaldías y consejos municipales; en México, se celebró la jornada comicial más grande del país; en Argentina, habrá test de popularidad con elecciones legislativas de mitad de mandato, en Nicaragua y Honduras también hay elecciones previstas donde se renovará al congreso, las alcaldías y la presidencia.

Perú no ha sido la excepción y recientemente celebró sus presidenciales, renovación del congreso y parlamentarios andinos. Es un país fuertemente afectado por la pandemia, que sufrió una devastadora contracción económica de cerca del 8 por ciento, lo que le dejó un aproximado de 40 millones de nuevos pobres y tiene en suma una grave crisis de liderazgo político; en 2020 tuvo 3 presidentes, y pasó por más de una decena de candidatos presidenciales, sin que alguno lograra una mayoría significativa en las encuestas. 

Finalmente, con 8 millones 817 mil 280 votos obtenidos en la segunda vuelta el izquierdista Pedro Castillo “El Profe” (como le conocen al además dirigente sindical), este año se asume como presidente de Perú, país con más de 25 millones de habitantes. Su candidatura parecía débil y sin estructura, pero con el señalamiento que le propinaron los medios paradójicamente se fortaleció hasta terminar venciendo a su rival la candidata de Fuerza Popular (FP) Keiko Fujimori, por cierto, acusada por la fiscalía hasta por más de 30 años de cárcel y quien de la victimización hace uso para posicionarse como jefa de la oposición. 

Su fuerte es el apoyo empresarial; sin embargo, defender el libre mercado representa estar a favor de un modelo económico que el 55 por ciento de los peruanos considera perdedor, y esto pudo haberle hecho ganar simpatía a Castillo quien prometió redactar una nueva Constitución, para poder dejar atrás la todavía vigente Constitución del 93, con la que asocian al sistema autoritario de Fujimori. Mientras que los temores generados por el candidato de Perú Libre, van más relacionados con la propuesta de un sistema de intervención estatal lo cual puede generar un desastre económico y mayor violencia política. 

Con Castillo en el poder, pareciera que los movimientos populares en la región van retomando fuerza nuevamente, una especie de vuelta al chavismo es la percepción generalizada. Y con la reciente gira de Kamala Harris por Centroamérica quedó claro que la derecha política latinoamericana se queda sin el apoyo al que Trump los tenía acostumbrados y que la administración de Biden se concentrará más en problemas como la inmigración.

Sin embargo, ante su triunfo en Perú, y el regreso del peronismo al poder en Argentina, afirmar que la región está girando a la izquierda es algo prematuro. Más bien por la inestabilidad de los gobiernos de derecha o de izquierda, la región va perdiendo rumbo político. El electorado se está inclinando a votar no por una ideología sino para cambiar al partido en el poder. El llamado “Voto de Castigo”, es producto del gran estancamiento económico y descuido de las clases medias.  Sumándole que las promesas de campaña no varían. Y lo peor “no entienden que no entienden”.

Ciria Weyman

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